En julio de 2019 comenzaban las obras de restauración del retablo mayor del Santuario de Consolación, y estas llegaban en el momento oportuno pues el retablo corría peligro de desplome “si no en su totalidad, sí de algunas de las piezas era prácticamente inminente”, explicaba entonces el director de la restauración de la empresa Ágora, Juan Aguilar.
11 restauradores junto a un equipo complementario compuesto por biólogos, químicos, físicos, un arquitecto y un historiador intervienen en esta obra que ya ha superado el 65 % de la intervención, y finalizada la fase de consolidación ya se está en la de reintegración volumétrica y cromática.
A pesar de la complejidad de la obra todo marcha a buen ritmo y su finalización no sufrirá, casi con toda seguridad, ningún contratiempo que las lleve a durar más de los 13 meses previstos en su inicio.
Para Juan Aguilar, director de la restauración, el retablo de Consolación «es de los más complejos, si no es el más», de los 50 grandes retablos en los que ha trabajado debido a los deterioros tanto en la estructura arquitectónica de la madera, como por la cantidad de repintes que «casi en un 100 % ocultaba la policromía y el dorado verdaderos que se conservaba debajo, aunque hay mucha falta».
Todo esto ha dejado patente que «aunque el retablo se construyó más o menos rápido en el tiempo (1803 – 1813) la policromía se realizó con más detenimiento, al igual que el dorado, en el que se utilizó oro de excelente calidad, de grueso importante y una minuciosidad en los estofados y enriquecimientos polícromos del retablo con nota alta a la calidad», explicaba Aguilar.
Quizás lo más complicado haya sido la eliminación de los repintes, que -como manifestaba Aguilar- se ha hecho espaciados en el tiempo y han ofrecido una resistencia a su eliminación diferentes».
Tras la fase de consolidación, ahora comienza la de reintegración cromática y de volúmenes, que debe ser muy cuidadosa porque se trata de una restauración, y la Ley de Patrimonio establece cómo se debe hacer incluso qué materiales deben utilizarse para que no acabe siendo una falsificación.
En estos siete meses de obras también pueden reseñarse algunas curiosidades, en concreto dos hallazgos, como explicaba Juan Manuel Macías, redactor proyecto restauración retablo Consolación.
Uno de ellos se ha convertido en un registro histórico documental, y es que para la reintegración volumétrica se había arrugado un papel de periódico, que se revistió, y al extenderlo se ha visto que era una noticia de 1912 que anunciaba la muerte de un puintor de Utrera.
El otro ha sido la aparición, en una parte del retablo, de una pequeña hacha de silex perteneciente al Neolítico que había sido colocada allí. Esta se encuentra custodiada y se ha puesto en conocimiento de la autoridad competente.
La actuación en el retablo de Consolación era urgente, pero este proyecto, cercano a los 2 millones de euros, para el Arzobispado de Sevilla era «como una carta a los Reyes Magos» -declaraba el ecónomo del Arzobispado, don Alberto Benito- que el interés puesto por el alcalde de Utrera en dicho proyecto, así como el apoyo considera «un milagro».
Benito, también, ha agradecido la colaboración de Caja Rural de Utrera, a través de su Fundación.
Por su parte, el rector del Santuario de Consolación, don Joaquín Reina, agradeció el esfuerzo tanto del Ayuntamiento utrerano como del Arzobispado, por ello hacía un llamamiento «a la solidaridad de los utreranos para que se colabore con estas obras tan necesarias».
José Mª Villalobos, alcalde de Utrera, siempre tuvo claro que desde el consistorio “hay cosas que tenemos la obligación de mantener porque es el legado nuestro y Consolación es el corazón de Utrera, por lo que hay que hacer un esfuerzo especial”.
Villalobos adelantó que 2020 será un año «especial» para Consolación, pues se cumple el quinto centenario de la Ermita que ha dado lugar al Santuario, de ahí la importancia de que se culmine, en este año, la restauración del retablo.