Treinta y siete años han pasado desde que el utrerano Curro Durán debutaba en la Maestranza, plaza en la que tomó la alternativa de manos de Curro Romero y con Paco Ojeda por testigo, y que lo vio salir por la Puerta del Príncipe como novillero. El pasado domingo 21 otro Curro Durán, su hijo, era el debutante en el dorado albero maestrante vistiendo de verde y oro.
La novillada de Rocío de la Cámara fue noble, según la crónica de Manuel Viera, “animales nobles e incluso con demostrada calidad en sus escasas embestidas, desfondados y, por ente, parados a mitad de faena. No obstante, la desesperante falta de casta y la anodina sosería fue suplida por la actitud de tres que quieren y pueden. Valor, ganas, y escasas gotas de toreo en sus diferentes conceptos que mantuvieron el interés de la tarde”.
Al debutante Curro Durán no le pesó la tarde, e incluso aparentó tranquilidad y claridad de ideas durante la lidia. Hubo momentos en los que su toreo mostró una notable transparencia en las formas clásicas de su concepto.
Al segundo le faltó fondo, como a todos. El utrerano anduvo despejado y firme con el novillo de su presentación. Lo entendió a la perfección e incluso permitió al público disfrutar de matices de un toreo vigoroso y de buen gusto en el sutil natural. Todo, eso sí, sin la emoción de la casta. Acertó con la espada, pero se le atascó el descabello. Su faena fue silenciada tras oír un aviso.
La faena al quinto, con el hierro de Cortijo de la Sierra al igual que el sexto de la tarde, el novillo de mejor calidad de la función, tuvo momentos vivaces y emotivos. Con un farol de rodillas lo recibió a portagayola y, muy quieto, lo esperó en los medios para prologar con el pase cambiado por la espalda una faena concisa y emotiva con una sugerente mezcla de valor y ambición. Aunque sólo la derecha apareció dispuesta a romper la hegemonía de un trasteo que, apelando del más al menos, consiguió despojar de artificios innecesarios. Un interesante y emotivo toreo que no supo firmar con la necesaria y contundente estocada. Tras la merecida ovación le sobró la vuelta al ruedo.
