En estos días los riesgos de deshidratación y golpes de calor aumentan en especial a los niños y ancianos, a los que el calor afecta mucho más. Para que esto no ocurra hay que seguir una serie de consejo que desde Sanidad difunde:
En primer lugar la hidratación es fundamental. Mantener los niveles de líquidos del cuerpo es esencial para poder sobrellevar el calor. Es necesario que consumamos más de dos litros diarios poco a poco. Ingerir abundantes frutas que nos aporten vitaminas además de líquidos como la sandia y el melon y no tomar alcohol.
Evitar las salidas y las actividades en las horas más calurosas (generalmente entre las 2 y las 6 de la tarde) y más aún las actividades físicas como deportes y trabajos que requieran un importante esfuerzo físico. Si es necesario salir de casa a esas horas, buscar la sombra y llevar agua. Ponerse un sombrero, utilizar ropas ligeras y amplias y de color claro (de algodón a ser posible).
Mantener las ventanas cerradas cuando la temperatura exterior sea superior a la temperatura interior. Abrirlas por la noche, provocando corrientes de aire.
La exposición a fuertes calores constituye una agresión para el organismo. Corremos el riesgo de deshidratación, agravamiento de enfermedades crónicas o de sufrir un golpe de calor. Algunos síntomas que deben alertarnos son; calambres musculares en los brazos, las piernas o el vientre, agotamiento, más grave, que puede manifestarse por aturdimiento, debilidad e insomnio inhabitual.
Si aparecen estos síntomas es necesario suspender toda actividad durante varias horas, refrescarse y descansar en un lugar fresco, beber agua, zumos de frutas y consulte al médico si estos síntomas persisten o se agravan.
Un golpe de calor se debe al aumento de la temperatura incontrolada y se puede detectar por una agresividad desacostumbrada, piel caliente, roja y seca, dolores de cabeza, náuseas, somnolencia y sed intensa, confusión, convulsiones y pérdida de conocimiento
Los deportistas, los trabajadores manuales expuestos al calor, los lactantes, las personas mayores, las personas con alguna minusvalía o enfermedad crónica son particularmente sensibles a los golpes de calor.