A las 19:00 horas de un esplendoroso Miércoles Santo, las hojas de la Puerta del Perdón, de la Parroquia de Santa María de la Mesa se abrían para que la Hermandad de los Aceituneros recorriera las calles de Utrera.
Numerosísimo el cuerpo de nazarenos de esta Cofradía, que ha aumentado considerablemente en los últimos años, y más de 600 penitentes acompañaron a Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna, exquisitamente exornado con rosas rojas, cardos y lecadendron, con ese andar tan particular que le imprimen sus costaleros comandados por Valentín Campanario y los sones de la Banda de la Vera Cruz de nuestra ciudad, componían una estampa para recordar durante todo el recorrido.
Y llegó el momento de la salida del palio, siempre difícil pero salvada magníficamente por Manuel Campanario y sus costaleros, una de las cuadrillas más consolidadas de cuantas recorren las calles de Utrera.
Virgen de la Paz de la Asociación Musical Utrerana sonaba para que el palio recorriera la primera chicotá y, antes de visitar a sus insignes vecinas las Hermanas de la Cruz, saetas en su Casa Hermandad, en este caso fue M. Ángeles Cruzado, la ganadora del I Concurso de Saetas Ciudad de Utrera.
Carrera Oficial, elegante la realizada por la Cofradía, que pese a contar con muchos pequeños en ningún momento pierde la compostura. Al paso por el Ayuntamiento la utrerana Rosa Marín, rezó por saetas a los dos titulares, y se llegó a la calle Forcadell, lugar que se está convirtiendo, en los últimos años, en enclave cofrade, allí las saetas estuvieron a cargo de Dolores Sánchez y Carmen González.
Siguió su Estación de Penitencia la hermandad aceitunera, para en este caso realizar estación de Penitencia a la Parroquia de Santiago el Mayor, donde nuevamente brotaron las saetas, ahora de Ana Sánchez y Sofía Fernández.
Cuando ya se vislumbraba la torre de la parroquia de Santa María de la Mesa, la apoteosis, el éxtasis, vítores, piropos, marchas tras marchas en esa subida por la calle Rodrigo Caro, con un pueblo que la hace Suya y que la rodea y acompaña.
A los sones de Campanilleros subió la última rampa que la acerca a la Puerta del Perdón, para que entre en su casa y los utreranos nos quedemos con la pena de tener que esperar un año a La Paz.
