El sábado, 9 de septiembre, con menos de media plaza, se celebraba el festejo taurino de la Feria de Consolación de Utrera, corrida mixta en la que el rejoneador Diego Ventura fue el triunfador absoluto saliendo a hombros del coso de La Mulata tras cortar cuatro orejas y un rabo.
Según la crónica realizada por Manuel Viera para la COPE, el rejoneador “levantó al público de sus asientos con un caballo de lío”. Precisamente “Lío” es el nombre del mismo con el que Ventura “se fue de frente, esperó la embestida del buen cuarto de Los Espartales, y quebró recreándose en la suerte para que el sevillano-portugués clavara arriba. También con “Diamante” alcanzó altas cotas de emoción clavando banderillas cortas al violín. Un rejón con eficacia tumbó al toro sin puntillas para enloquecer a una gente que no paró de gritar y agitar sus pañuelos hasta que el presidente sacó el suyo para la concesión del deseado rabo”.
En cuanto al primer astado, Ventura “no tuvo toro con el flojo y terciado primero. De todas formas mostró cualidades y calidades con “Sueño” galopando a dos pistas y templando embestidas. Dejó las banderillas arriba montando a “Fino”. Adornándose, después, con espectaculares piruetas. Con “Bribón” puso banderillas cortas y a dos manos. Introdujo medio rejón de muerte y el presidente no se complicó la vida concediéndole las dos orejas”.
Sebastián Castella “estuvo correcto y en su estilo de frialdad con el descastado segundo de Torrealta. Sí es verdad que el francés dijo poco en una faena anodina que tuvo su momento más importante en el epílogo de la lidia. Una serie diestra de mano baja y mostrado temple provocó el optimismo en los tendidos. Fue lo mejor. Pinchó antes de hundir la espada y el público, después de una leve petición de oreja, no se pronunció”.
En cuanto al cuarto toro de la tarde y segundo del lote de Castella, también de Torrealta fue “complicado y de descompuesta embestida, con el que dejó detalles de calidad con la izquierda. Toreó sin continuidad al natural sin terminar de encontrar la distancia adecuada. No obstante, dibujó muletazos sueltos de calidad en una faena que resultó demasiado pesada. Tras la estocada paseó un apéndice”.
Ginés Marín, que cerraba el cartel, “volvió a mostrar la frescura de su toreo con personalidad, distinción y elegancia. Con el jabonero tercero, el toro de mejor clase de la noble corrida de Torrealta, ofreció la credibilidad de su toreo en una faena en la que el natural resultó hondo, expresivo, preciso e hilvanado. Fueron sentidos los pases por bajo, y amplió con la derecha en bellos circulares la calidad de una lidia de exquisito toreo. No acertó con el descabello y la oreja supo a poco. El sexto fue el peor. Un toro sin clase en las complicadas embestidas no le dejó hacer otra cosa que demostrar su enorme disposición y ganas. Con la espada no estuvo bien”.