Por causa de la liturgia y de las propias necesidades parroquiales, el Vía Crucis del Santo Crucifijo de los Milagros pasó de ser multitudinario a ser menos concurrido, debido al cambio del Miércoles de Ceniza al quinto viernes de Cuaresma.
Este acto piadoso es exactamente igual que el otro que se celebraba hasta hace poco, pero, los treinta días transcurridos entre ambas fechas hacen disminuir la expectación de los cofrades y es que la intensa actividad de estos días cuaresmales contribuye a ello. Sin embargo, la hermandad, fiel a sí misma, lo prepara y celebra todo con mimo dentro de la sencillez acostumbrada.
Primeramente, se celebró lo más importante, la función al Santo Crucifijo con el templo lleno. Ofició la Eucaristía don Carlos López Jadraque, capellán castrense, que fue solemnizada por un coro masculino dirigido por don Juan Manuel Espinosa. Seguidamente, comenzó el Camino de la Cruz, saliendo y entrando por la Puerta del Perdón y recorriendo los alrededores de Santa María de la Mesa. El Santo Crucifijo –imponente y peregrino- iba portado por tres hermanos, siendo la organización y la composición del cortejo perfectas.
Como notas destacadas podemos señalar que este año dicha corporación cofrade no ha tenido que pedir prestados ninguno de los catorce ciriales, ya que salieron los que se van a estrenar, D.m., el próximo Viernes Santo, así como, el texto de cada una de las catorces estaciones fue leído por el reconocido locutor José Luís de Vicente.
En resumen, un gran acto cuaresmal lleno de la seriedad y austeridad que esperamos vuelva a coger aquel respaldo popular que nunca debió de perder, por lo que no estaría de más que la hermandad y la Parroquia se volvieran a plantear volverlo a celebrar tal cómo fue concebido de y que dio lugar, nada menos, que a la mismísima fundación de la benjamina de nuestras cofradías.