Mal comienzo de Semana Santa llevamos este año, pues la lluvia no nos ha dejado disfrutar de ella desde el Domingo de Ramos.
El Martes Santo amanecía despejado y la ilusión se instalaba junto a los cofrades utreranos que esperaban disfrutar de la Hermandad de Los Estudiantes en la calle y sin riesgo de lluvia.
Desgraciadamente, a primeras horas de la tarde esta aparecía y comenzaba a truncar las esperanzas.
En la Basílica de María Auxiliadora los nazarenos del Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Señora de las Veredas comenzaban a formar la cofradía, casi ajenos al agua que en la calle empezaba a caer a eso de las 18:30, aunque de forma tímida unas gotas.
A las 19:00 horas estaba previsto que las puertas de la Basílica se abrieran para dar paso al cortejo del Martes Santo, aunque vista las predicciones que se barajaban en ese instante la Junta de Gobierno decidió esperar media hora para reunirse y ver los nuevos partes meteorológicos para tomar la decisión.
Momentos de incertidumbre entre el gran cuerpo de nazarenos que aguardaban tal decisión y apoyo de la Junta Superior del Consejo de Hermandades y Cofradías de Utrera que estaba en la Basílica esperando la decisión final.
La Hermandad barajaba la posibilidad de hasta acortar el recorrido si el agua daba una tregua al Martes Santo.
Al contrario de mejorar las predicciones, estas empeoraron y mientras la Junta de Gobierno de Los Estudiantes se reunía en la calle caía una auténtica tromba de agua acompañada de tormenta.
Cuando apareció Manuel Orellana, Hermano Mayor de la cofradía del Martes Santo, acompañado de los miembros de su Junta y el director de la casa salesiana, se presentía que los pronósticos barajados no eran optimistas y que el Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Señora de las Veredas no podrían salir a las calles utreranas.
Aplausos cuando Orellana comunicó que la decisión tomada era la de no salir porque el riesgo de lluvias había aumentado hasta las once de la noche, por lo que era imposible realizar Estación de Penitencia.
Por desgracia la lluvia se convertía, un día más, en la protagonista y truncaba las ilusiones de vivir con esplendor este Martes Santo.